El Informe EDADES 2024 del Ministerio de Sanidad revela que el 76,5 % de los españoles de entre 15 y 64 años consumieron alcohol en el último año, lo que convierte a esta sustancia en la más consumida con diferencia en nuestro país.
El análisis por comunidades autónomas refleja grandes desigualdades:
- Comunidad Valenciana: 89,1 % (la prevalencia más alta del país).
- Melilla: 49 % (la más baja).
- Andalucía: 69,7 %, por debajo de la media nacional.
Estas diferencias no solo muestran hábitos culturales distintos, sino también la influencia de factores socioeconómicos, normativos y de accesibilidad al alcohol en cada región.
Un consumo elevado y normalizado
En promedio, en España se consumen 12,7 litros de alcohol puro por persona al año, una cifra que nos sitúa entre los países con mayor ingesta de Europa. Traducido a la práctica, esto equivale a unas 2,6 botellas de vino semanales por adulto.
Aún más preocupante es que el 25,6 % de los adultos practica binge drinking (consumo intensivo de 5 o más bebidas en un corto período de tiempo) al menos una vez al mes. Este patrón de consumo excesivo se asocia a accidentes de tráfico, violencia, conductas sexuales de riesgo y mayor probabilidad de desarrollar dependencia.
Una generación más consciente (Generación Z)
La generación Z destaca por reducir su consumo de alcohol notablemente: el 53,6 % de jóvenes entre 18 y 30 años han disminuido su ingesta; además, las intoxicaciones etílicas entre adolescentes (14-18 años) han bajado del 60,7 % en 2012 al 20,8 % en 2023. Este cambio está impulsado por campañas educativas, figuras públicas que optan por la sobriedad y la popularidad creciente de bebidas sin alcohol, que experimentan un crecimiento anual del 4 % estimado hasta 2028.
Consumo intensivo entre adolescentes
En España, el 28,2 % de los estudiantes de entre 14 y 18 años reconoce haberse emborrachado de forma intencionada (binge drinking) en el último mes. Aunque la cifra ha descendido respecto a años anteriores, continúa siendo un motivo de gran preocupación.
El consumo intensivo de alcohol en la adolescencia no es un hábito inofensivo: el cerebro aún se encuentra en desarrollo y la exposición repetida a altas concentraciones de alcohol aumenta el riesgo de sufrir problemas de memoria, dificultades en el aprendizaje, conductas impulsivas y, a largo plazo, una mayor probabilidad de dependencia.
Organismos nacionales e internacionales coinciden en que la normalización social del alcohol en España contribuye a que los jóvenes lo perciban como algo sin riesgo, cuando en realidad no existe un nivel de consumo seguro. Por ello, se insiste en la importancia de reforzar la prevención en centros educativos, familias y entornos comunitarios, así como en promover alternativas de ocio saludable que reduzcan la asociación entre diversión y alcohol.
¿Existe un consumo seguro de alcohol?
El debate sobre si existe una cantidad “segura” de alcohol es recurrente, pero la evidencia científica es clara: ninguna cantidad de alcohol está libre de riesgos para la salud.
En España, las guías oficiales del Ministerio de Sanidad establecen unas referencias de “bajo riesgo”, que equivalen aproximadamente a:
- Para mujeres: medio vaso de vino o una cerveza pequeña al día.
- Para hombres: hasta un vaso de vino o dos cervezas pequeñas al día.
Sin embargo, estas cifras no deben interpretarse como un permiso para consumir sin consecuencias, sino como un límite orientativo. El propioMinisterio enfatiza que cualquier consumo entraña riesgo, y que lo más recomendable es “cuanto menos alcohol, mejor”.
De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasifica el alcohol como carcinógeno del Grupo 1, es decir, una sustancia con evidencia suficiente de causar cáncer en humanos, al mismo nivel que el tabaco o el amianto. Se ha demostrado que incluso consumos bajos aumentan el riesgo de tumores en boca, garganta, esófago, hígado, mama y colon.
Además de los efectos físicos, el consumo regular de alcohol —aunque sea moderado— puede afectar al sueño, al rendimiento laboral o académico, y tener un impacto directo en la salud mental, favoreciendo síntomas de ansiedad o depresión.
Por ello, cada vez más especialistas en salud pública insisten en trasladar un mensaje claro: no existe un consumo seguro de alcohol. La mejor estrategia para proteger la salud a largo plazo es reducir al mínimo su ingesta y fomentar alternativas de ocio y socialización que no giren en torno a esa sustancia.
Un reto para la prevención
La normalización cultural del alcohol en España —vino en las comidas, cañas después del trabajo, consumo intensivo en celebraciones y fiestas— dificulta la percepción de riesgo, sobre todo entre jóvenes. Las encuestas muestran que muchos adolescentes comienzan a beber a los 13-14 años, con un acceso fácil y tolerancia social elevada.
En este contexto, los expertos insisten en la necesidad de reforzar políticas de prevención:
- Aumentar los impuestos especiales sobre el alcohol.
- Limitar la publicidad y patrocinio, especialmente en eventos deportivos o juveniles.
- Impulsar campañas educativas que muestren que no existe un nivel seguro de consumo.
- Fomentar alternativas de ocio saludable que reduzcan la asociación entre diversión y alcohol.
Fuentes:
