Una recaída no sucede de forma repentina. Aunque el retorno al consumo o a una conducta adictiva pueda parecer inesperado, en realidad es el resultado de un proceso gradual que involucra tanto aspectos emocionales como neurobiológicos. Comprender lo que ocurre en el cerebro antes, durante y después de una recaída permite prevenirla de manera más eficaz y ofrecer un mejor acompañamiento a quienes están en proceso de recuperación.
Qué es una recaída
La recaída se define como el retorno a una conducta adictiva tras un período de abstinencia o control. No debe interpretarse como un “fracaso”, sino como una señal de alerta del sistema emocional y biológico de la persona. Desde una perspectiva terapéutica, una recaída puede ser una oportunidad de aprendizaje si se aborda con conciencia y sin juicio.
Cambios neurobiológicos en la recaída
La adicción provoca alteraciones en el funcionamiento cerebral, especialmente en tres áreas clave:
Sistema de recompensa (dopamina)
Durante el consumo, las sustancias adictivas estimulan la liberación de dopamina en el circuito mesolímbico, generando sensaciones de placer. Con el tiempo, el cerebro se adapta a estos niveles elevados de dopamina, reduciendo su sensibilidad y haciendo que las actividades cotidianas resulten menos gratificantes. Durante una recaída, el cerebro recuerda esa gratificación intensa y responde con un deseo urgente (craving), incluso sin necesidad de consumo físico.
Corteza prefrontal (autocontrol y toma de decisiones)
La corteza prefrontal es responsable de funciones ejecutivas como la planificación, la reflexión y el control de impulsos. Las adicciones debilitan su funcionamiento, lo que dificulta la toma de decisiones racionales. En momentos de estrés, cansancio o ansiedad, el cerebro prioriza el alivio inmediato, y esta zona pierde control sobre la conducta.
Amígdala y sistema límbico (memoria emocional y estrés)
La amígdala almacena recuerdos emocionales asociados al consumo, como la sensación de alivio del dolor o la ansiedad. Al enfrentarse a situaciones similares, se reactiva la necesidad de repetir la conducta adictiva
El ciclo emocional de la recaída
Tensión interna: acumulación de malestar emocional no expresado ni canalizado.
Desconexión: aislamiento, vergüenza, pensamientos negativos como “no puedo más” o “esto no tiene sentido”.
Craving: deseo intenso de consumir o realizar la conducta adictiva como vía de escape.
Recaída: alivio temporal seguido de culpa, lo que genera más malestar y aumenta el riesgo de repetir el ciclo.
Estrategias para la prevención de recaídas
Identificar señales tempranas
- Cambios en el estado de ánimo.
- Aislamiento social.
- Negación del malestar.
- Justificación de “pequeños permisos”.
Regular emociones en lugar de evitarlas
- Practicar mindfulness, técnicas de respiración o escritura emocional.
- Buscar apoyo antes de que el deseo sea incontrolable.
Activar la red de apoyo
- Contactar con terapeutas, grupos de apoyo o personas de confianza ante señales de alerta.
- No esperar a “tocar fondo” para pedir ayuda.
Fortalecer el autocuidado básico
- Mantener una buena higiene del sueño y una alimentación equilibrada.
- Evitar situaciones de estrés excesivo.
- Establecer rutinas que conecten con el placer natural y saludable.
Reencuadrar la recaída
- Si ocurre, evitar la culpa paralizante.
- Analizar qué la desencadenó, qué emociones estaban sin atender y cómo prevenir futuras recaídas.
Estas estrategias están respaldadas por enfoques terapéuticos como la prevención de recaídas basada en mindfulness, que ha demostrado ser eficaz en la reducción de la reincidencia en conductas adictivas.
La recaída no es un signo de debilidad, sino una manifestación de que el cerebro aún está en proceso de recuperación.
En el tratamiento de adicciones, no basta con evitar la sustancia o la conducta; es fundamental reconstruir el vínculo con uno mismo, gestionar las emociones y encontrar formas saludables de experimentar placer.
Comprender los cambios neurobiológicos y emocionales que ocurren durante una recaída permite avanzar hacia una recuperación más sólida y compasiva.