La Navidad puede convertirse en una época conflictiva con un cúmulo de emociones, sentimientos y experiencias que nos afectan y pueden conllevar un riesgo de recaída para personas que están en proceso de rehabilitación.
Después de dos años de pandemia vuelven con fuerza las reuniones, las comidas y cenas de empresa o los eventos familiares y durante varias semanas el exceso de comida, el alcohol y otras sustancias estarán a la orden del día como convención social.
Es precisamente en estas fechas en las que las reuniones con el grupo de iguales y demás personas que consuman podrían acabar constituyendo un contexto de riesgo. Decenas de personas en fiestas, bebiendo alcohol, no parecen ser el mejor escenario para que una persona ponga punto y final a su adicción al alcohol, por ejemplo.
¿Pero, esto siempre es así? Por curioso que parezca, no es exactamente en estos momentos en los que el adicto suele recaer con más frecuencia, sino después, es decir, una vez pasadas las fiestas, el adicto tiende a experimentar una recaída con mayor probabilidad.
Durante el periodo de fiestas navideñas suele recaer menos que pasado dicho periodo, ya que durante estos días está más pendiente o alerta de la posible recaída. Al terminar dichas fiestas, al relajarse y volver a la rutina es cuando aparece la posibilidad de una recaída. El adicto deja de estar en contacto con esos excesos y es cuando sale a la luz toda la tensión mal gestionada y acumulada.
Las recaídas no son el final, no por haber recaído, todo lo aprendido y vivido hasta el momento significa haber fracasado. Lo importante es levantarse, seguir luchando y aprender de la situación vivida, trabajar en aquello que cause malestar, afianzar los conceptos tratados con el terapeuta y ver lo importante que es el camino que ha recorrido, los avances conseguido y todo lo trabajado hasta el momento.
Señales de posibles recaídas:
- Las mentiras, sea a nuestra pareja, familiares, amigos…no importa si es por un motivo grave o poco relevante.
- La prepotencia o preocupación por cuestiones ajenas al tratamiento.
- Aparecen pensamientos negativos, empiezan las sospechas hacia las intensiones de los demás, de los más cercanos.
- Empieza la apatía y las pocas ganas de continuar con las actividades diarias.
- Se saltan algunas normas, primero mas simples y después más importantes.
- Se empieza a ver un discurso o actitud de victima.
- El cuidado personal, la higiene y aspecto empeoran.
Cuando aparecen éstas señales de alarma de recaída, no se pueden ignorar, no se pueden dejar pasar y confiar en nuestra propia capacidad de controlar la situación, sino que es el momento de aceptar que necesitamos ayuda, es el momento de hablar con nuestros seres queridos y exponer el riesgo de recaída, el momento de recuperar las pautas del tratamiento cuanto antes y el momento de ponernos en contacto con un profesional que supervise nuestra situación de riesgo.
Herramientas para evitar las recaídas:
- Identificar situaciones o actitudes que han hecho recaer al adicto.
- Modificar hábitos, evitar el contacto con personas que estén en activo.
- No olvidar las situaciones que nos han llevado a buscar ayuda.
- Pedir ayuda al profesional o centro, compañeros de recuperación o a la familia.
- Asistir a las terapias.
- Cumplir con la rutina pactada con el terapeuta.
- Tener máxima prioridad para la recuperación.
- No hay excusas para consumir pase lo que pase.
- Tener muy presente que no consumir no es suficiente, es fundamental hacer un programa de recuperación y seguir la rutina o plan.
- Evitar situaciones o personas que puedan crear confusión, ya que esto desestabiliza.
- Comprometerse con la familia, compañeros de tratamiento y sobre todo con uno mismo.
- Buscar actividades productivas o recreativas, con el fin de evitar la pereza y el desinterés. Buscar su propia felicidad. Disfrute estando con los suyos conviva con ellos.